Transcribimos la última información:
En la quinta votación, en el segundo día del Cónclave que arrancó el pasado martes a las 16.30 horas, ha sido elegido elsucesor de Benedicto XVI.
Ya hay alguien que ha obtenido los al menos 77 votos exigidos para sentarse en el trono de San Pedro, y que representan el respaldo de dos tercios de los 115 cardenales.
El nuevo Papa se asomará en breve al balcón de la Basílica de San Pedro para saludar a los fieles que se están concentrando en la misma para conocer la identidad del elegido. El cardenal francésJean-Louis Tauran será el encargado, en calidad de cardenal protodiácono, de pronunciar la famosa frase 'Habemus Papam' y de presentar al mundo al sucesor de Benedicto XVI.
Se calcula que transcurrirán unos 40 minutos desde la fumata blanca hasta que el nuevo Papa se asome al balcón central de San Pedro. Desde que la votación arroja que hay alguien que ha obtenido los votos suficientes para ser proclamado Papa esa persona debe de cumplir con unos ritos precisos.
Para empezar nadie en la capilla Sixtina se puede acercar a él hasta que el cardenal secretario del colegio cardenalicio, el italianoGiovanni Battista Re, no le pregunte si acepta su elección canónica como Pontífice y, en caso de que así sea, cómo quiere ser llamado. Sólo si acepta y si indica el nombre que quiere adoptar el elegido se convierte en Papa.
Posteriormente el nuevo Pontífice entra en la pequeña sacristía situada junto a la Capilla Sixtina conocida popularmente como lasala de las lágrimas. Se la llama así porque dicen que todos, absolutamente todos aquellos que son elegidos Papas y entran en esa sacristía a vestirse por primera vez con la sotana blanca distintiva de los Pontífices acaban llorando, abrumados por la responsabilidad.
Ya vestido de blanco, el Papa regresará la capilla Sixtina, donde todos los cardenales le jurarán obediencia. Luego, una novedad introducida en este Cónclave: el nuevo Papa acude él solo a la capilla Paolina a rezar, junto a los dos últimos frescos que Miguel Angel pintó en su vida: la crucifixión de San Pedro y la conversión de san Pablo.
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